Cataratas oculares: una afección cada año más frecuente

2022-10-12 19:11:49 By : Ms. YAN WANG

Profesor Titular. Departamento de Física Aplicada., Universidad de Zaragoza

Estudiante de Doctorado. Facultad de Ciencias Físicas. Departamento de Óptica., Universidad Complutense de Madrid

Profesor Titular. Departamento de Óptica., Universidad Complutense de Madrid

Associate professor, Universidad Complutense de Madrid

José Antonio Gómez Pedrero ha sido investigador principal del proyecto DPI2016-75272-R y, actualmente, es miembro del equipo investigador del proyecto PID2021-122486AO-I00, ambos financiados por la Agencia Estatal de Investigación.

Francisco José Torcal Milla, Luis Miguel Sánchez Brea, Sara Fernández, Verónica González-Fernández, and Ángela Soria García do not work for, consult, own shares in or receive funding from any company or organization that would benefit from this article, and have disclosed no relevant affiliations beyond their academic appointment.

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Vivimos cada vez más años, y es una buena noticia. La reciente mejora de la calidad de vida, unida a los medicamentos y la alimentación saludable, es la principal responsable del aumento de la longevidad a nivel mundial. La única pega es que lleva aparejado el envejecimiento progresivo de la población, que hace que los problemas de salud relacionados con la edad avanzada sean cada vez más frecuentes. Entre ellos, las cataratas.

La catarata es una patología compleja en la que desempeñan un papel importante factores genéticos pero también ambientales, como la exposición a la radiación ultravioleta (UV). Se manifiesta como una progresiva opacificación del cristalino que dificulta y, en último término, impide la visión.

Existen varias causas para la opacificación del cristalino, pero la más frecuente es la continua exposición a las radiaciones ultravioletas. Al ser absorbidas por el cristalino a lo largo de la vida de la persona, provocan una serie de reacciones fotoquímicas que, en última instancia, hacen que el cristalino pierda transparencia.

El individuo con cataratas puede sufrir distintos efectos sobre su visión: puede ver el mundo de forma borrosa, como si estuviera mirando a través de un cristal empañado, apreciarlo en un tono amarillento o incluso llegar a ver doble.

Al tratarse de una opacificación del cristalino, las cataratas no se pueden corregir con gafas o lentes de contacto.

Según en qué zona se desarrollen, las cataratas se catalogan en nucleares, corticales, subcapsulares posteriores y congénitas. En cuanto a su gradación no existe una escala objetiva, aunque suele usarse el sistema LOCS III (Lens Opacities Classification System III), en el que el optometrista u oftalmólogo valora de 0 a 4 el grado de catarata, o el sistema WCGS (Wisconsin Cataract Grading System).

Para el diagnóstico de las cataratas se usan dos métodos: una lámpara de hendidura (slit lamp), con la que el oftalmólogo observa el cristalino directamente; o la medida de la agudeza visual y sensibilidad al contraste del sujeto.

El test de agudeza visual básico, que todos los que llevamos gafas hemos hecho alguna vez, consiste en la lectura por parte del paciente de una serie de caracteres alfanuméricos de tamaño cada vez más pequeño (tabla optométrica).

La medida de la sensibilidad al contraste es parecida, solo que en lugar de caracteres alfanuméricos se utilizan patrones de líneas con contraste y espaciado (frecuencia) variable.

El tratamiento más habitual –casi único– de la catarata ocular es quirúrgico y consiste en la extirpación del cristalino y su sustitución por una lente intraocular (LIO) que puede, además, ser diseñada para compensar la ametropía del sujeto (miopía, hipermetropía y astigmatismo).

Lamentablemente, al sustituir el cristalino en la intervención, el sujeto pierde la capacidad de acomodación, lo que hace que no pueda enfocar objetos muy cercanos. El problema suele corregirse con gafas o con lentes intraoculares multifocales o de rango extendido.

Por otra parte, algunos mecanismos oculares naturales, como la contracción de la pupila del ojo con la edad, permiten conservar cierta capacidad de ver a distancias intermedias.

Podemos clasificar las lentes intraoculares teniendo en cuenta tanto su tecnología de funcionamiento como sus propiedades ópticas.

En la primera clasificación distinguimos entre lentes refractivas, difractivas y acomodativas.

Lentes difractivas: basadas en el fenómeno de difracción, estas lentes están talladas con una especie de ranuras circulares concéntricas que hacen que la luz se redirija y focalice en la retina del ojo. Es muy habitual combinar los efectos difractivos y refractivos en una sola lente para aprovechar sus ventajas (lentes refractivo-difractivas).

Lentes acomodativas: tratan de reproducir la flexibilidad del cristalino de un sujeto joven. Eso implica que pueden cambiar de forma de acuerdo con la tensión ejercida por los músculos ciliares. Permiten al sujeto enfocar a distintas distancias, al igual que hace una persona joven con su cristalino natural. Lamentablemente, aunque muy prometedora, esta tecnología está todavía en fase de investigación y desarrollo.

Si ahora nos fijamos en sus propiedades ópticas, podemos diferenciar entre lentes intraoculares monofocales, astigmáticas, multifocales y de rango extendido.

Las lentes monofocales y astigmáticas corrigen la visión lejana del paciente pero este necesita del uso de gafas para visión a distancias intermedias y cercanas.

Las lentes multifocales generan múltiples imágenes del objeto, de las cuales una está mejor enfocada sobre la retina, dependiendo de la distancia a la que se encuentre el objeto del ojo. Con estas lentes el paciente puede ver a distancias intermedias y cercanas, pero experimenta una cierta pérdida de contraste sobre todo en condiciones de poca iluminación (visión nocturna).

Por último, las lentes de rango extendido permiten ver objetos en un rango de distancias más amplio que una lente monofocal y pueden ser lentes difractivas o refractivas.

Determinar cuál es la lente más adecuada para cada paciente es un proceso complejo que forma parte del preoperatorio y que se realiza, habitualmente, con la ayuda de programas de ordenador y de forma personalizada a partir de las medidas de parámetros oculares del paciente como la longitud del ojo.

Aunque las lentes intraoculares ofrecen una solución eficaz para el problema de la catarata ocular, la prevención es siempre el mejor remedio. Conviene proteger los ojos contra la radiación solar utilizando gafas de sol que cumplan la normativa Europea, especialmente cuando el índice de radiación UV es elevado.

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